Raúl Zibechi
La energía social emancipadora no desaparece ni se esfuma. Se transmuta, se transforma y se convierte en algo diferente, capaz de impulsar nuevos movimientos, sin perder sus rasgos básicos aunque se presente de maneras nuevas e inéditas. Algo así está sucediendo en los países donde los pueblos necesitan pelearle el día a día a unas derechas de nuevo tipo, tan demagógicas como autoritarias.
Quisiera presentar brevemente tres casos que acontecen estos días en Brasil y Argentina, en frontal resistencia a sus respectivos, que enseñan que sí se puede, que pese a la correlación de fuerzas desfavorable, podemos tomar iniciativas y avanzar.
El primero es el Movimiento Pase Libre (MPL) de Sao Paulo, que en el mes de enero realizó cinco manifestaciones contra el aumento del pasaje de Metro y autobús (¡¡23 pesos mexicanos cada trayecto!!). El MPL nació durante el Foro Social Mundial de 2005, fruto de una nueva camada de militantes, se expandió por las principales ciudades de Brasil y tuvo un protagonismo decisivo en junio de 2013, al precipitar la salida a la calle de 20 millones de personas en 353 ciudades, en respuesta a la represión de la policía militar.
Cuando la nueva derecha ganó las calles ese mismo mes, desplazando a los movimientos populares, el MPL se retiró del centro y se concentró en los barrios. Sus miembros se dispersaron por un tiempo, pero siguieron activos en los años siguientes en la lucha contra la reforma educativa, impulsando las ocupaciones de más de 2 mil centros durante la gestión conservadora de Michel Temer (2016-2018).
En las convocatorias de enero, participaron entre 500 y 15 mil jóvenes, acosados por cientos de policías, pero fueron capaces de retomar las calles, con muy pocos medios, mientras las grandes organizaciones sociales perdieron la iniciativa (goo.gl/WujJU7). No es fácil salir a la calle durante el primer mes del gobierno de Jair Bolsonaro, pero con esa ofensiva están señalando el camino para los próximos años, que pasa por enfrentar a la ultraderecha, que ya no puede convocar millones como hizo años atrás.
El segundo caso ilustra la potencia del movimiento de mujeres, capaz de ingresar hasta en los más recónditos recovecos del patriarcado. Un grupo de mujeres policías de toda Argentina, emitieron un comunicado donde señalan que quieren frenar los abusos y violaciones a nosotras dentro de la institución y además piden no ser enviadas a marchas de mujeres, porque no es un delito manifestar por la seguridad y la erradicación de la violencia contra nosotras (goo.gl/rdCngm).
Agregan que en caso de acudir a una manifestación de mujeres, será para levantar el cartel Ni una menos, acompañando, jamás reprimiendo. Como trabajadoras que se sienten, decidieron formar una red y aseguran que están totalmente en contra de la represión a organizaciones feministas y advierten que ante cualquier hecho de violencia siempre estaremos del lado de las mujeres que han sido reprimidas, y pedimos que denuncien los abusos de poder.
La fuerza del movimiento feminista y la lucha antipatriarcal en Argentina, están involucrando a un amplio abanico, desde las actrices hasta las policías. Nunca habíamos imaginado que sucederían hechos como los mencionados, en cuerpos represivos donde se ejerce un minucioso y férreo control jereárquico/patriarcal.
El tercer caso sucede también en Argentina, donde la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) acaba de sufrir una estúpida pero intensa represión de la policía de Buenos Aires, a sus verdurazos, ventas de productos agrícolas en plazas y calles. La UTT agrupa alrededor de 10 mil familias de productores rurales en todo el país, cuya producción la venden en por lo menos tres grandes almacenes en la capital argentina. Cultivan alrededor de 120 hectáreas y venden a precios por debajo de las grandes superficies.
Dos semanas atrás, la venta de verduras en Constitución (terminal de transportes) fue duramente reprimida por orden del gobierno de la ciudad (goo.gl/bTQ3u3), pero esta semana volvieron con otro vedurazo en la céntrica Plaza de Mayo, reclamando mejoras para los pequeños productores. La UTT movilizó 5 mil trabajadores rurales y anunció la donación de 20 mil kilos de hortalizas frescas para combatir el hambre (goo.gl/Uid1Hj).
La UTT es hija del movimiento piquetero. Proviene del Frente Darío Santillán y quizá por eso 80 por ciento está en las periferias de Buenos Aires, formando un inédito y creativo movimiento rur-urbano. Una parte de las familias que integran la organización son migrantes de Bolivia, expertas en la producción agrícola. Ocupan tierras para producir, se orientan hacia la agroecología y se organizan territorialmente en grupos de base.
Habría mucho más para decir. Los movimientos se están rearticulando, creando las condiciones anímicas y organizativas para resistir y lanzar nuevas ofensivas. Sólo queda estar atentos y confiar en los abajos.
Quisiera presentar brevemente tres casos que acontecen estos días en Brasil y Argentina, en frontal resistencia a sus respectivos, que enseñan que sí se puede, que pese a la correlación de fuerzas desfavorable, podemos tomar iniciativas y avanzar.
El primero es el Movimiento Pase Libre (MPL) de Sao Paulo, que en el mes de enero realizó cinco manifestaciones contra el aumento del pasaje de Metro y autobús (¡¡23 pesos mexicanos cada trayecto!!). El MPL nació durante el Foro Social Mundial de 2005, fruto de una nueva camada de militantes, se expandió por las principales ciudades de Brasil y tuvo un protagonismo decisivo en junio de 2013, al precipitar la salida a la calle de 20 millones de personas en 353 ciudades, en respuesta a la represión de la policía militar.
Cuando la nueva derecha ganó las calles ese mismo mes, desplazando a los movimientos populares, el MPL se retiró del centro y se concentró en los barrios. Sus miembros se dispersaron por un tiempo, pero siguieron activos en los años siguientes en la lucha contra la reforma educativa, impulsando las ocupaciones de más de 2 mil centros durante la gestión conservadora de Michel Temer (2016-2018).
En las convocatorias de enero, participaron entre 500 y 15 mil jóvenes, acosados por cientos de policías, pero fueron capaces de retomar las calles, con muy pocos medios, mientras las grandes organizaciones sociales perdieron la iniciativa (goo.gl/WujJU7). No es fácil salir a la calle durante el primer mes del gobierno de Jair Bolsonaro, pero con esa ofensiva están señalando el camino para los próximos años, que pasa por enfrentar a la ultraderecha, que ya no puede convocar millones como hizo años atrás.
El segundo caso ilustra la potencia del movimiento de mujeres, capaz de ingresar hasta en los más recónditos recovecos del patriarcado. Un grupo de mujeres policías de toda Argentina, emitieron un comunicado donde señalan que quieren frenar los abusos y violaciones a nosotras dentro de la institución y además piden no ser enviadas a marchas de mujeres, porque no es un delito manifestar por la seguridad y la erradicación de la violencia contra nosotras (goo.gl/rdCngm).
Agregan que en caso de acudir a una manifestación de mujeres, será para levantar el cartel Ni una menos, acompañando, jamás reprimiendo. Como trabajadoras que se sienten, decidieron formar una red y aseguran que están totalmente en contra de la represión a organizaciones feministas y advierten que ante cualquier hecho de violencia siempre estaremos del lado de las mujeres que han sido reprimidas, y pedimos que denuncien los abusos de poder.
La fuerza del movimiento feminista y la lucha antipatriarcal en Argentina, están involucrando a un amplio abanico, desde las actrices hasta las policías. Nunca habíamos imaginado que sucederían hechos como los mencionados, en cuerpos represivos donde se ejerce un minucioso y férreo control jereárquico/patriarcal.
El tercer caso sucede también en Argentina, donde la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) acaba de sufrir una estúpida pero intensa represión de la policía de Buenos Aires, a sus verdurazos, ventas de productos agrícolas en plazas y calles. La UTT agrupa alrededor de 10 mil familias de productores rurales en todo el país, cuya producción la venden en por lo menos tres grandes almacenes en la capital argentina. Cultivan alrededor de 120 hectáreas y venden a precios por debajo de las grandes superficies.
Dos semanas atrás, la venta de verduras en Constitución (terminal de transportes) fue duramente reprimida por orden del gobierno de la ciudad (goo.gl/bTQ3u3), pero esta semana volvieron con otro vedurazo en la céntrica Plaza de Mayo, reclamando mejoras para los pequeños productores. La UTT movilizó 5 mil trabajadores rurales y anunció la donación de 20 mil kilos de hortalizas frescas para combatir el hambre (goo.gl/Uid1Hj).
La UTT es hija del movimiento piquetero. Proviene del Frente Darío Santillán y quizá por eso 80 por ciento está en las periferias de Buenos Aires, formando un inédito y creativo movimiento rur-urbano. Una parte de las familias que integran la organización son migrantes de Bolivia, expertas en la producción agrícola. Ocupan tierras para producir, se orientan hacia la agroecología y se organizan territorialmente en grupos de base.
Habría mucho más para decir. Los movimientos se están rearticulando, creando las condiciones anímicas y organizativas para resistir y lanzar nuevas ofensivas. Sólo queda estar atentos y confiar en los abajos.
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